El aborto, uno de los problemas que hoy en día inquieta a la sociedad; en algunos paises ya es visto con toda normalidad pero en otros es ilegal y penado.

viernes, 8 de febrero de 2008

YO SOBREVIVI A UN ABORTO

Cuán controvertido y cargado ideológicamente es el tema del aborto lo demostró una simple fotografía que, a fines de 1999, enfrentó al excéntrico periodista de Internet Matt Drudge con la poderosa cadena Fox, del magnate de los medios Rupert Murdoch.
Drudge, un convencido defensor del derecho a la vida, había decidido abrir la primera secuencia de su programa de noticias en Fox con la espectacular fotografía -hoy mundialmente conocida- que muestra la mano de un bebé de 21 semanas de gestación operado de "spina bifida" en el útero de su madre, que desde el vientre materno toma el dedo del cirujano que lo interviene.
Los directivos de Fox, que habían permitido que Drudge dijera de todo en su programa, incluyendo los detalles más salaces de la relación entre el Presidente Bill Clinton y Mónica Lewinsky, prohibieron tajantemente que el periodista exhibiera la foto. Según los directivos, la fotografía se prestaba a "confusión", porque se trataba de una intervención de un no nacido para curarlo de un caso de "spina bífida", mientras que Drudge pensaba hacer un "uso indebido" al presentarla como un testimonio a favor de la vida y en contra del aborto.
Drudge abandonó el set enfurecido, dejando a Fox sin programa y acusando a los directivos de practicar "pura y simple censura". "Yo expliqué que dejaría en claro de qué cosa se trataba la fotografía, pero que quería usarla como respaldo dramático para demostrar hasta qué punto un feto de 21 semanas está desarrollado". "Si hubiera mostrado la foto de un huevo de águila con el pollo asomando una pata, no me hubieran hecho ninguna crítica". "El problema es que se trata de un ser humano", dijo Drudge.
Y es precisamente ese factor, el factor humano, el que más ha sido dejado de lado en un debate que cada vez más parece convertirse en un conflicto ideológico, cuando no en una simple batalla por ganar posiciones estratégicas.
Y así, todo lo que asocia el tema del aborto con lo humano, se volatiliza ante el uso de eufemismos: lo que en la realidad es un aborto, se llama "interrupción voluntaria del embarazo", lo que en verdad es un niño por nacer se denomina "producto de la concepción", y lo que en el mundo real es una campaña para promover el aborto se llama "campaña de salud reproductiva".
David Shaw, un periodista de Los Angeles Times -un diario que jamás podría ser descrito como pro-vida-, expuso con admirable objetividad la manera como los medios masivos más importantes de Estados Unidos -y esto podría aplicarse a otros países- contribuían esta desaparición del factor humano en la manera de cubrir el tema del aborto.
En una saga periodística de cuatro primeras planas sucesivas, Shaw reveló cómo este manejo del lenguaje no es casualidad: "la semántica es el arma con que desarrollaremos esta guerra civil", dice -citada por Shaw- Ellen Goodman, famosa comentarista periodística partidaria del aborto. Y según Hal Bruno, exdirector político del noticiero ABC News, el terreno ganado por los partidarios del aborto es fruto de "un manejo más inteligente y agresivo de la estrategia de comunicación". Un solo ejemplo: apenas se hizo pública la "enmienda Webster" de la Corte Suprema –permitiendo la limitación del aborto por parte de los estados-, los pro-abortistas convocaron a una "reunión urgente" con 17 editores de revistas femeninas para "coordinar juntas" la "protección del derecho al aborto".
En esta estrategia, explica Shaw, "no es sorprendente que los activistas a favor del aborto vean a los periodistas como sus aliados naturales". Y es que entre el 80 y 90% de los periodistas norteamericanos, según encuestas de dos importantes medios masivos, se confiesen favorables al aborto. "Oponerse al aborto es, para la gran mayoría de periodistas, una posición ilegítima e incivil en nuestra sociedad", afirma Ethan Bronner, reportero de asuntos legales del Boston Globe.
El favoritismo de los periodistas norteamericanos permite a los abortistas contar no sólo con un eficaz instrumento de propaganda, sino también encubrir muchos acontecimientos desfavorables: así prácticamente ningún medio importante de Estados Unidos le prestó importancia al descubrimiento de Bob Woodward, el famoso periodista del Washington Post, de que dos jueces que habían jugado un papel fundamental en la legalización del aborto, habían declarado posteriormente que la Corte Suprema se había excedido en su función al aprobar el aborto. ¿Por qué la desatención a una noticia tan importante? "Hay mucha gente en los medios de información que está de acuerdo con la aprobación del aborto y que no quiere saber ‘cómo se preparó el chorizo’", explica Woodward.
Shaw observaba también cómo en sutilezas de lenguaje, se filtran criterios favorables al aborto. Tradicionalmente, los medios han llamado a las organizaciones o personas por los nombres que éstos escogen para sí: "gays" a los homosexuales, "Mohammed Alí" a Cassius Clay, etc. En el caso del aborto, los que están a favor han pedido ser llamados "pro-choice" –pro libre elección-, los que están en contra han pedido ser llamados "pro-vida". Los abortistas han sido llamados "pro-choice"…pero los pro-vida no son llamados así. Los periodistas afirman que el término "pro-vida" "es demasiado cargado de contenido y deja a los otros como si fueran ‘anti-vida’ o ‘pro muerte’’’; pero Shaw se pregunta si el término "pro-choice" no está igualmente cargado de sentido.
Es precisamente en medio de este escenario donde aparece, como una flor a la vez tierna y poderosa, la importancia, la belleza y la fuerza del testimonio de los sobrevivientes del aborto.
Para sorpresa de muchos, los sobrevivientes del aborto no son pocos. Por supuesto, son una cantidad tan ínfima respecto de los millones de niños abortados por año, que su sola existencia raya con lo milagroso. Sin embargo, son los suficientes como para convertirse en una suerte de pequeño y eficaz pelotón cuya sola existencia es un alegato a favor del derecho a la vida del no nacido.
Pero como si el solo hecho de existir no bastara; sus vidas además, están cargadas de episodios sorprendentes y hasta de aventuras que transmiten un mensaje claro y conmovedor, cargado de respuestas para muchas interrogantes sobre la vida y su sentido.
Una parte de ese pelotón, cuatro mujeres de vida sencilla y a la vez excepcional, pasan por estas páginas para compartir este testimonio lleno de esperanza.
Gianna Jessen, Sara Smith, Audrey Frank y Bridget Hooker.

MUJERES VIOLADAS

"Fui violada a punta de un cuchillo a menos de una cuadra de mi casa, cuando tenía sólo 16 años. Mi asaltante desconocido se perdió en la noche, dejándome herida después de haberme amenazado para que no le dijera nada a nadie. Por 27 años no lo dije nunca, excepto a mi esposo muchos años después. Concebí y dí a luz a una niña después de la violación, ella era preciosa, y es lo único bueno que resultó de ésta.
Cuando Robin tenía 18 meses la dí en adopción, pero Dios tenía un plan especial y nos conocimos cuando ella tenía 27 años, después que mi propio proceso de sanación me había preparado. Sus primeras palabras para mí fueron: ´caramba me alegro mucho de que no te hayas hecho el aborto´. Robin resultó ser una parte importante del proceso de sanación, y le doy gracias a Dios hoy en día porque no hice nada en mi juventud por lo cual hubiera tenido que sufrir el resto de mi vida, a que no le hubiera dado la oportunidad a mi hija de decirme aquellas conmovedoras palabras. El mal llamado aborto ´legal y seguro´ la hubiera silenciado para siempre.
Hoy en día Robin tiene 33 años y está muy contenta de estar viva, y yo estoy trabajando para ayudar a otras víctimas, llevándoles la verdad y el poder de sanación que sólo Jesús da. Dios conoció a Robin cuando era formada en mi vientre y conoce a todos los demás que han sido concebidos a través de la violencia de la violación o el incesto. Aún en estas circunstancias son todos preciosos para Él, y tienen un sentido tan importante como el suyo y el mío, si sólo se les da la oportunidad de probarlo.
El aborto es una segunda violación, pero más traumática aún porque es un pecado, y la violación no lo es (para la víctima), y tarde o temprano tenemos que dar cuenta de nuestros pecados".
Sra. Kay Zibolsky

EFECTOS PSICOLOGICOS DE REALIZAR UN ABORTO

"Sueño con fetos, como todos los que estamos aquí: sueños de abortos, uno tras otro, de baldes de sangre salpicados por las paredes; árboles colmados de fetos gateando". Así habló Sallie Tisdale sobre el tiempo en que trabajó como enfermera en una clínica de abortos. En un artículo para la revista Harper, ella escribió acerca de un sueño en el que dos hombres la sujetaron y la arrastraron a la fuerza.
"Hagamos un aborto", dijeron con una nauseabunda mirada lasciva. Yo empecé a gritar, estaba sumergida en una visión de succiones, de dolores chirriantes, de ser extendida y desmembrada por una serie de instrumentos que cumplen la función para la que fueron hechos. Desperté casi sin poder respirar e imaginé mesas de cocina y percheros, agujas de tejer manchadas de sangre y a mujeres que en soledad apretaban almohadas en sus bocas para evitar que sus gritos perforen las paredes de sus departamentos.
No es un trabajo ni fácil ni agradable. "Hay momentos de cansancio, sombríos momentos en los que creo no poder aguantar un recipiente más lleno de restos sangrientos, en que no creo poder pronunciar alguna otra clase de frase de consuelo", escribió. "...me preparo para el siguiente recipiente, para otra breve y áspera pérdida. '¿Cómo aguantas?' Hasta los pacientes preguntan...observo desinflarse el abdomen hinchado de una mujer en tan sólo unos momentos y mi propio estómago se estremece de dolor, de pesar".
¿Cuál es el impacto emocional en las personas que realizan abortos? Quienes los hacen han escrito y dicho lo suficiente como para mostrar que no se trata de un procedimiento médico cualquiera. Algunos, como Tisdale, tienen pesadillas. Otros sufren muchos de los síntomas asociados con el Desorden de Estrés Post-traumático (PTSD), alguna vez llamado "neurosis de guerra" y "fatiga de batalla". La práctica de la medicina, de curar, no debería dar pesadillas, no debería causar una neurosis de guerra.
Sus Traumas
Es notable la poca atención y estudio prestado a los médicos, enfermeras, consejeros y demás trabajadores de las clínicas abortivas. Sólo se han realizado dos estudios que observan una gran cantidad de personas, y fueron hechos por investigadores que no trabajaban en el campo del aborto. El primero (de M. Such-Baer), apareció en Social Casework en 1974 y el otro (de K. M. Roe) apareció en Social Science and Medicine en 1989.
Ambos estudios fueron realizados por personas a favor del aborto legal, no obstante lo cual, ambos notan la alta frecuencia de los síntomas que se enmarcan en la condición conocida hoy como Desorden de Estrés Post-Traumático (PTSD). El estudio publicado en 1974, antes de que se adoptara el término, describe que "eran frecuentes los pensamientos obsesivos sobre el aborto, depresiones, fatiga, ira, baja autoestima y problemas de identidad. El complejo sintomático fue considerado un 'desorden reactivo transitorio', similar a la 'fatiga de batalla'".
El otro estudio mostró síntomas similares: "Los periodos ambivalentes se caracterizaban por una variedad de sentimientos entonces poco comunes y un comportamiento que incluía aislamiento de los colegas, resistencia a ir al trabajo, falta de energía, impaciencia con los clientes y un sentimiento de desasosiego general. Pesadillas, imágenes que no se iban y preocupación era elementos comunes. También era común la profunda y solitaria intimidad en la que los médicos se enfrascaban para afrontar esta ambivalencia.
Todavía no puede afirmarse que los médicos abortistas sufren de PTSD porque realizan abortos. Puede ser difícil determinar quien y quien no está realizando abortos; aquellos que han sufrido más ya pueden haber dejado la práctica; puede ser que las personas que han sufrido eventos traumáticos en el pasado están más inclinados a participar de los abortos; finalmente, el debate político actual puede afectar la manera en como percibe la gente su trabajo.
Sin embargo, la evidencia recogida hasta el momento muestra que se necesitan más estudios.
American Medical News, una revista publicada por la Asociación Médica Americana, señaló que las discusiones en el taller de la Federación Nacional del Aborto "iluminan un aspecto poco conocido del debate sobre el aborto: los sentimientos de conflicto que afectan a muchos proveedores...La idea de que las enfermeras, doctores, consejeros y los demás trabajadores en este campo sienten escrúpulos de que el trabajo que realizan es un secreto muy bien guardado".
Un doctor en Nuevo México admitió que
A veces se sorprendía por la ira que un aborto tardío podía provocarle. Por un lado, dijo el médico, está molesto con la mujer. "Pero paradójicamente", añadió, "Tengo sentimientos de molestia hacia mí por sentirme bien al apretar el tope de la cabeza del bebé, por sentirme bien por haber realizado un procedimiento técnicamente bueno que destruye al feto, que mata un bebé".
Casi todo negativo
El estudio Such-Baer, hecho en 1974, un año después de la legalización del aborto en todo el país gracias a Roe vs Wade, reportó que "casi todos los profesionales involucrados en trabajos abortivos reaccionaban con sentimientos negativos". Quienes tienen contacto con los residuos fetales tienen mayores sentimientos negativos que aquellos que no entablan contacto, y su reacción no varía mucho: "Todas las reacciones emocionales fueron unánimemente, extremadamente negativas".
El más grande estudio publicado incluía entrevistas a 130 "trabajadores del aborto" en San Francisco entre enero de 1984 y marzo de 1985. Los autores no esperaban encontrar lo que encontraron. "Particularmente sorprendente fue el hecho que el malestar con los clientes del aborto o con los procedimientos tenía lugar en los médicos que apoyaban fervientemente el derecho al aborto y que expresaban un gran compromiso con su trabajo", anotaron. "Este hallazgo preliminar sugirió que incluso aquellos que apoyan el derecho de una mujer a eliminar un embarazo, pueden estar luchando con una fuerte tensión entre sus creencias formales y la experiencia situada en sus trabajo con el aborto".
Como reacción, los investigadores decidieron "entrevistar solo a médicos que se consideraban pro-opción y que estaban comprometidos a continuar con su labor por lo menos durante seis meses". Creyeron que estas personas, "en tanto libres de sentimientos preexistentes de anti-opción y resistentes a su potencial influencia, proveerían datos valiosos sobre los dilemas y dinámicas del trabajo en el aborto legal".
Setenta y siete por ciento de ellos habló del tema del aborto como un acto destructivo, de la destrucción de algo vivo. Sobre el asesinato: "No se esperaba que salga este tema entre médicos pro-opción, sin embargo, el dieciocho por ciento habló de él cuando habló de su participación en el aborto en algún punto de la entrevista. Este tema tendía a surgir lentamente en las entrevistas y era siempre presentado con una evidente incomodidad".
Incluso Tisdale, que aún creía en el aborto, admitió la ambigüedad de realizarlos. El aborto, dijo, "es el límite más estrecho entre la amabilidad y la crueldad. Hecho de la mejor manera posible, sigue habiendo violencia -violencia misericordiosa, como darle muerte a un animal sufriente...es una dulce brutalidad la que aquí practicamos, una dura y amorosa frialdad".
El estrés parece crecer en la medida en que el no-nacido se desarrolla. "Mientras el embarazo avanza, la idea del aborto se vuelve más y más repugnante para muchas personas, incluso para el personal médico", dijo un doctor abortista llamado Don Sloan en un libro que apoyaba vigorosamente la necesidad de la legalización del aborto. Como respuesta, "Los médicos intentan divorciarse del método". Luego de describir el procedimiento de gráficamente, incluyendo la necesidad de revisar las partes del cuerpo para asegurarse de que todo el feto haya sido removido del útero, concluyó diciendo: "¿Quieres abortar? Paga el precio. Hay un viejo dicho en medicina: Si quieres trabajar en la cocina, tendrás que romper algún huevo. El horno se calienta. Prepárate para quemarte".
Los abortos en una etapa avanzada del embarazo ofrecen "un inusual dilema", dijo Warren Hern, especialista en abortos, en un trabajo para la Asociación de Médicos de Planned Parenthood. Los doctores y enfermeras que los realizan tienen "fuertes reservas personales acerca de participar en una operación que ellos ven como destructiva y violenta". Explicó sus reacciones de la siguiente manera:
Parte de nuestra herencia cultural y tal vez biológica retrocede ante una operación destructiva de una manera muy similar a la nuestra, incluso cuando sabemos que el acto tiene un efecto positivo en una persona viva. Nadie que no haya realizado este procedimiento puede saber cómo es o lo que significa; pero habiéndolo hecho, quedamos perplejos ante las posibilidades de interpretación. Hemos alcanzado un punto en esta tecnología en particular, en el que no hay posibilidad de negar el acto de destrucción del operante. Está frente a nuestros ojos. Las sensaciones de desmembramiento fluyen a través de los fórceps como una corriente eléctrica...Mientras más parece que solucionamos el problema, más espinoso se vuelve.
Pesadillas
Pero son los sueños de los médicos los más nos pueden decir al respecto. Los malos sueños son tan comunes que su mención, aunque sea pequeña, puede esperarse en casi todas las presentaciones sobre el tema de las reacciones emocionales de los trabajadores que realizan abortos en una clínica abortiva. Muchos de ellos dejaron de realizar abortos porque se convencieron de estaba mal, gracias a sus sueños sobre abortos.
Los reportes varían respecto del número de trabajadores que sufrían de pesadillas relacionadas con el aborto: Un estudio del Dr. Hern señala que solo dos de 23 trabajadores reportaron pesadillas sobre el aborto, mientras que una noticia sobre abortos en embarazos avanzados aparecida en ObGyn News dijo que un cuarto de los trabajadores soñaban con abortos. Tisdale dijo que en su centro médico todos tenían esos sueños, pero eso probablemente haya sido una licencia poética.
¿Cómo son estos sueños? Tisdale habló de sueños de "sangre salpicada en las paredes" y "árboles repletos de fetos gateando", así como de su propia violación. Otro escritor habló sobre una enfermera que soñó que "estaba metiendo un bebé por la boca de un jarrón [de antigüedades]. El bebé la miraba con una expresión suplicante. Había un aro blanco alrededor del jarrón. Ella interpretó esto como la representación de las demás enfermeras observando su acto y condenándolo".
Él llegó a la conclusión de que su sueño (el de ella) "muestra que inconscientemente el acto de abortar se experimentó como un acto de asesinato. Debe notarse que esta enfermera estaba absolutamente involucrada e intelectualmente comprometida con la nueva ley del aborto. Tuvo una reacción típica. Sin importar la religión u orientación filosófica de cada quien, la visión inconsciente del aborto permanece igual. Esto es lo más significativo de todo lo que se aprendió en estas sesiones". (Esta historia apareció en un editorial de Obstetricia y Ginecología, que argumentaba que los trabajadores de centros abortistas deben ser alentados a hablar sobre sus problemas como una manera de que sigan realizando su trabajo).
American Medical News reportó lo siguiente del taller de la Federación Nacional del Aborto: "Ellos [quienes realizan o ayudan a realizar abortos] se preguntan si es que el feto siente dolor. Hablan sobre el alma y a donde va. Y acerca de sus sueños, en los que los fetos abortados los miran con ojos de ancianos y con sus manos y pies perfectamente desarrollados preguntándoles, '¿Por qué? ¿Por qué me hiciste esto?'".
Un informe presentado a la Asociación de Médicos de Planned Parenthood describió los sueños de dos personas que soñaron que "vomitaban fetos, junto con un sentimiento de horror". Los escritores concluyeron, "En general, parece que mientras mayor es el contacto físico y visual (de los doctores y enfermeras), se experimenta mayor estrés. Esto es evidente tanto en el estrés consciente cuanto en las manifestaciones inconscientes como los sueños. Por lo menos, los dos individuos que reportaron varios sueños significativos desempeñaban estos roles".
Explicaciones Alternativas
¿Cómo podemos dar cuenta de los problemas de los médicos, especialmente de sus sueños? Puede ser que sea así como la mente humana responde a una matanza, como se ha sugerido en otros grupos de personas que matan. Quienes creen que el aborto es un asesinato, y que matar a otro ser humano es algo que pocas personas pueden hacer de manera natural, encontrará plausible esta explicación.
Pero científicos sociales ofrecen otras dos explicaciones. Una de ellas dice que las personas sufren de agotamiento, como tantos en las profesiones de ayuda. Es por ello un problema más fácil de resolver, ya que requiere solo de vacaciones y rotación de responsabilidades. Considerando el alto volumen y la alta velocidad de los más de los abortos, puede ser que sí estén agotados, lo cual no quita que sufran de conciencia o también PTSD. Más aún, el agotamiento no explica sus sueños.
La otra explicación es que las personas responden negativamente por un primitivo o infantil mal entendimiento de los hechos. El editorial en Obstetricia y Ginecología antes citado dijo que "el niño mezcla inevitablemente la realidad con la fantasía. Incapaz de conceptuar todo el proceso en términos sofisticados, el niño piensa en términos concretos. Visualizó un 'huevo' en 'el estómago' y cree que un bebé formado se desarrolla desde el principio, creciendo por nueve meses hasta llegar a ser un infante de tamaño completo".
Este autor cree que esta es la manera de explicar los sueños. No obstante los adultos entienden la reproducción, "las fantasías primitivas permanecen en el inconsciente...Por tanto, incluso quienes están intelectualmente comprometidos con el aborto tienen que luchar contra la visión de un feto como un bebé real que tiene su propio inconsciente. El trauma emocional observado en estas enfermeras fue el resultado de un conflicto entre su compromiso intelectual, por un lado, y sus posturas inconscientes por el otro. En su interior, tienen la experiencia de haber participado en un asesinato".
Si el ver al feto como un bebé es un mero producto de la imaginación, un símbolo o una sobre-simplificación, la solución es simple. La mejor manera de enfrentar una fantasía es mostrando la realidad. La tecnología moderna nos ha provisto de fotografías de embriones y fetos en cada etapa de su desarrollo, y los sonogramas muestran sus movimientos en tiempo real. Pero esta técnica no parece ser útil a la hora de reducir los síntomas de los que sufren los que trabajan con abortos, como otro editorial titulado "Advertencias de Impactos Psicológicos Negativos de la Sonografía en el Aborto", mostraba en 1986.
Una Advertencia
Los defensores del aborto creen que es un tipo de medicina. Quienes se oponen creen que es asesinato. Si el aborto se trata de quitar una vida humana, algunos o muchos de los que los realizan sufrirían ciertas consecuencias psicológicas asociadas con el trauma causado por dañar a otros. Si no encontramos tales consecuencias, el caso de que el aborto no es violencia de ningún tipo se ve fortalecido. Si es que hay consecuencias, se fortalece el caso de que hay violencia. La evidencia anecdótica y tales estudios sugieren, como nosotros lo hemos hecho, que algunos de los que realizan abortos sufren daños psicológicos; que realizar abortos tiene esas consecuencias.
Tal vez los sueños sean una advertencia. De serlo, esas pesadillas pueden ser una bendición. Bernard Nathanson, hablando del tiempo en que era un pionero en preparar centros abortistas, recuerda haber sido abordado por la esposa de un médico en un cocktail. "Me llevó a un lado y me habló muy agitada acerca de las cada vez más frecuentes pesadillas de su esposo. Él le había confesado a su esposa que sus sueños estaban plagados de niños y sangre, y que luego se había obsesionado con la idea de que alguna justicia terrible se impondría sobre sus hijos como pago por lo que estaba haciendo". Estos sueños y sentimientos pueden haber sido una advertencia de su conciencia para que no siga.
El ex doctor abortista McArthur Hill ha hablado acerca de cómo él intentaba salvar bebés prematuros y cómo luego encontró que los bebés que había abortado eran más grandes que los prematuros que había salvado.
Fue ahí cuando empecé a tener pesadillas...En mis pesadillas, yo recibía a un saludable recién nacido. Luego tomaba a ese saludable recién nacido y lo cargaba. Estaba frente a un jurado de gente sin rostro y les preguntaba qué hacer con ese bebé. Ellos tenían que mostrar el dedo pulgar hacia arriba o hacia abajo, y si mostraban el pulgar hacia abajo, yo tenía que soltar el bebé dentro de una balde lleno de agua que estaba en el suelo. Nunca llegué a soltar al bebé porque siempre me despertaba en ese momento.
El doctor Hill, eventualmente, despertó a la realidad de lo que estaba haciendo. Otros también lo han hecho. Si es verdad que las pesadillas de los médicos abortistas y otros síntomas resultan de su trabajo, como lo sugieren las evidencias, habrá muchos otros médicos abortistas que serán llevados por sus sueños a escuchar la voz de sus conciencias y dejarán de ayudar en la matanza de los no nacidos.
FUENTE:
Rachel M. MacNair, Ph.D., directora del Institute for Integrated Social Analysisen Kansas City, brazo investigativo de la organización Consistent Life (http://www.consistent-life.org), y autora de Perpetration-Induced Traumatic Stress: The Psychological Consequences of Killing (Praeger, 2002), una obra que examina grupos involucrados en matar, incluyendo veteranos de guerra y verdugos.

TRASTORNOS POR ESTRES POST-TRAUMATICO


Un importante muestreo concluyó que al menos un 19% de mujeres que han abortado padecen trastornos por estrés post-traumático (PTSD). Aproximadamente la mitad presentaba muchos de los síntomas de PTSD, aunque no todos, y entre un 20 y un 40 % mostraban niveles de estrés que fluctuaban entre moderados y altos, así como conducta evasiva respecto a sus experiencias abortivas. Puesto que nos hallamos ante una alteración grave que puede estar presente en muchas demandantes, y que no es fácilmente comprendida fuera de la profesión de asesor, el siguiente resumen será más completo que otros apartados de esta sección. El PTSD es una disfunción psicológica producto de una experiencia traumática que anula los mecanismos normales de defensa de una persona, derivando en miedo intenso, sensación de desvalimiento o de estar atrapado, o en pérdida del control. El riesgo de que una experiencia resulte traumática se incrementa cuando el hecho traumatizante es percibido como susceptible de conllevar amenazas de lesión física, violación sexual o presencia personal o participación en una muerte violenta. Se da el PTSD cuando el hecho traumático produce la hiperexcitabilidad de los mecanismos de defensa de vuelo o lucha. Tal hiperexcitación provoca que estos mecanismos de defensa se desorganicen, desconectados de las circunstancias presentes, y empiecen a funciona por su cuenta, dando lugar a una conducta anormal y a graves trastornos de la personalidad. A guisa de ejemplo de esta deconexión de funciones mentales, puede ocurrir que alguna víctima de PTSD experimente una intensa emoción, pero sin clara memoria del hecho; otros pueden recordar cada detalle pero sin emoción; otros incluso pueden revivir tanto el hecho como las emociones en furtivas y abrumadoras experiencias de flashback.
Las mujeres pueden interiorizar el aborto como una experiencia traumática por varias razones. En muchos casos llegan a él forzadas por maridos, novios, padres u otros. Si la mujer ha sido victima en repetidas ocasiones de abuso de posición dominante, el aborto forzado puede ser percibido como la violación definitiva en el curso de una vida marcada por el abuso. Otras mujeres -sin importar cuánto de imperioso tuviesen las razones por las que recurrieron al aborto- pueden incluso percibir el final de su embarazo como la muerte violenta causada a su propio hijo. El miedo, la ansiedad, el dolor y la culpa asociada al procedimiento aparecen entreverados en esta percepción de muerte violenta y grotesca. Algunas mujeres aun dan cuenta de que el dolor del aborto, desatado sobre ellas por un extraño enmascarado que asalta su cuerpo, se siente como idéntico al de una violación. En efecto, los investigadores han concluido que las mujeres en cuya historia clínica constan agresiones sexuales pueden sentir mayor angustia durante y después de la práctica del aborto a causa de estas asociaciones entre ambas experiencias. Cuando el factor de estrés que conduce al PTSD es el aborto, algunos clínicos lo denominan Síndrome Post-aborto (PAS).
Los síntomas más importantes del "PTSD" son clasificados generalmente en tres categorías: hiperexcitación, intrusión y constricción.
La persona se halla por lo visto en permanente alerta frente a amenazas de peligro. Los síntomas de hiperexcitación incluyen: respuestas exageradamente sobresaltadas, ataques de ansiedad, irritabilidad, explosiones de ira o rabia, conducta agresiva, dificultad para concentrarse, hiper-vigilancia, dificultad para conciliar el sueño o mantenerse despierto, o reacciones fisiológicas ante situaciones que simbolicen o se asemejen a algún aspecto de la experiencia traumática (por ejemplo, aceleración del pulso o sudoración durante un examen pélvico, o al tiempo de oír el sonido de una bomba neumática).
La intrusión consiste en revivir el hecho traumático involuntaria e inesperadamente. Los síntomas de intrusión en los casos de PAS incluyen: pensamientos recurrentes e intrusivos sobre el aborto o el niño abortado, flashbacks en los que las mujeres vuelven a vivir momentáneamente un aspecto de la experiencia abortiva, pesadillas sobre el aborto o el niño, o reacciones de intenso pesar o depresión en la fecha del aniversario del embarazo abortado o del aborto.
La constricción consiste en paralizar los recursos emocionales o en desarrollar patrones de conducta, de forma se que eviten los estímulos asociados con el trauma. Se trata de la conducta evasiva; un intento de negar y de evitar las sensaciones negativas de gente, lugares, o cosas que agraven las sentimientos negativos asociados con el trauma. En los casos de trauma post-aborto, la constricción puede incluir: incapacidad para recordar la experiencia abortiva o partes importantes de ella; esfuerzos por evitar actividades o situaciones que puedan excitar los recuerdos del aborto; abandono de relaciones, en especial, alejamiento de aquéllas que tuvieron que ver con la decisión de abortar; evitación de hijos; intentos de evitar o negar pensamientos o sensaciones relacionadas con el aborto; escasa presencia de sentimientos relacionados con el amor o la ternura; visión del futuro como en escorzo (p. ej. no esperar tener una carrera, casarse, criar hijos o una vivir una vida larga); interés reducido por actividades con las que antes se disfrutaba; abuso de drogas o alcohol; pensamientos o actos suicidas y otras tendencias autodestructivas.
Como ya se mencionó, el estudio de Barnard identificó un porcentaje del 19 % de PTSD entre mujeres a las que les fueron practicados abortos entre tres y cinco años antes. Pero en realidad el porcentaje efectivo es mayor con toda probabilidad. Como la mayoría de los estudios post-aborto, el de Barnard estaba lastrado por un porcentaje de omisiones del 15 %. La experiencia clínica ha demostrado que las mujeres que menos suelen cooperar en una investigación post-aborto son aquéllas a las que el aborto ha causado mayor angustia psicológica. La investigación ha confirmado esta intuición, demostrando que las características demográficas de las mujeres que rechazan la evaluación posterior, coinciden en su mayoría con las de las mujeres que padecen la angustia post-aborto más acentuada. La extraordinariamente alta tasa de negativas a participar en estudios post-aborto puede ser interpretada como evidencia de constricción o de conducta de evitación (no querer pensar en el aborto) que es un destacado síntoma de PTSD.
Para muchas mujeres, el comienzo o la identificación inequívoca de los síntomas del PTSD pueden demorarse durante varios años. Hasta que una persona aquejada de PTSD ha recibido consejo y logrado un adecuado restablecimiento, el PTSD puede dar lugar a una incapacidad psicológica que impediría a una paciente de aborto afectada interponer una demanda judicial dentro del período normal establecido por la ley. Esta incapacidad puede, sin embargo, proveer de base legal para obtener una prórroga de dicho plazo.

EL SINDROME POST-ABORTO

La segunda víctima del aborto es la mujer. Las mujeres que han abortado tarde o temprano han sufrido lo que se conoce como "Síndrome Post-aborto". Así lo reconoce la organización abortista más importante del mundo: la Federación Internacional de Planificación Familiar. En su Plan Trienal y Programa de Objetivos a Largo Plazo 1990-1993 afirma que: "la incidencia del trauma post-aborto para clientas de abortos quirúrgicos puede llegar a alcanzar hasta el 91% de los casos."
El Síndrome Post-aborto toma su nombre del Síndrome Post-Vietnam, porque fue en los años de esa terrible guerra cuando se legalizó el aborto el EE.UU.
Como no había ya bastantes guerras en el mundo, quisieron declarar la peor de todas, la de los poderosos contra los más débiles, la de los nacidos contra los no nacidos, la de la madre contra su hijo, la de un médico contra su paciente, la de un Estado contra su pueblo... la guerra de las guerras.
Pero al igual que los soldados que volvían de Vietnam traían esa guerra en sus entrañas para atormentarles el resto de sus vidas, así las mujeres que abortaban empezaron a sufrir los mismos síntomas que esos soldados, la misma angustia, la misma desesperación, la misma culpa: pesadillas, insomnio, alcoholismo, agresividad o depresión, psicosis... y suicidio.
Pero en las mujeres, este Síndrome que estremeció al mundo en los rostros y las historias de esos pobres soldados, es mucho más grave aún, porque es oculto, es secreto, es reprimido, es ignorado y es tabú.
A los ojos del mundo, no les pasa nada porque el aborto es "legal", y por definición, lo que es legal debe ser bueno, y lo que es bueno no puede hacer mal. Luego, a las mujeres que abortan no les puede pasar nada, y si les pasa es su problema, es que, además, son idiotas o están desequilibradas... pero no por el aborto, claro.
La sociedad no puede admitir que una mujer esté atormentada por algo que la sociedad misma le ha procurado, no puede reconocer que le ha dado veneno para beber y que por eso se está quemando por dentro.
Y todos miran para otro lado mientras que las mujeres se vuelven locas: 64% de ellas ingresaron en hospitales psiquiátricos tras su aborto, según un estudio de la Universidad de Baltimore, USA, en 1984; "el 59% sufren trastornos psiquiátricos graves y permanentes tras el aborto" según la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra... etc.
Cientos de estudios de muchos países abortistas como Estados Unidos, Canadá, Francia, Inglaterra, Suiza, Australia, Dinamarca y Finlandia han llevado este Síndrome a los manuales Psicología y Psiquiatría de numerosas universidades.
Otra de las graves secuelas del aborto que se está descubriendo en estos últimos años es el cáncer de mama. Junto con el gran aumento de los cánceres del aparato reproductivo de la mujer, el cáncer de mama ha sufrido un aumento espectacular en los últimos 20 años en todos los países donde se ha generalizado el aborto. Y no en mujeres en edad de la menopausia, como solía ser, sino en mujeres cada vez más jóvenes.
Pero más aún, cuando la mujeres abortaba a su primer hijo antes de los 18 años y tenían antecedentes familiares de cáncer, el riesgo relativo llegaba ¡al infinito! De las 12 mujeres de su muestra con este perfil, el 100% desarrollaron cáncer de mama antes de los 45 años.
Y en las mujeres sin antecedentes familiares, el aumento del riesgo era de un 150%. En mujeres que ya habían llevado un embarazo a término, el riesgo de cáncer de mama en las que abortaron era de un 50% más; entre ellas, las jóvenes menores de 18 años y mayores de 29 con aborto provocado aumentaron el riesgo más de un 100%.
¡Y los médicos siguen diciendo que el 50% de los factores de riesgo del cáncer de mama son desconocidos!
Actualmente hay más de 38 estudios epidemiológicos internacionales, de los cuales 29 muestran una correlación positiva y significativa entre aborto y cáncer de mama. De ellos, 5 estudios indican el doble de riesgo… o más. No hay más que ver las estadísticas y los años en que se ha producido el aumento de casos: pocos años después de la legalización del aborto en cada país.
La Asociación Norteamericana de Psiquiatría, a principios de los años 80, identificaba la depresión, la hostilidad, el desinterés y aislamiento, las imágenes recurrentes, el insomnio y pesadillas, y la incapacidad de expresar sentimientos como secuelas psicológicas del aborto.
Otros estudios posteriores muestran un alto índice de intentos suicidas, de alcoholismo, bulimia y anorexia, frigidez y disfunciones sexuales, ruptura de relaciones de pareja (un 70%), de maltrato doméstico y autolesiones, de incapacidad de concentración, agotamiento y nerviosismo, crisis histéricas y agresividad.
En España, el único estudio existente es el informe de 1993 de la Asociación Española de Neuropsiquiatría titulado "Mujer y salud mental" que señalaba como rasgos de las mujeres que abortan más de una vez la inmadurez, la inestabilidad emocional, la sexualidad pasiva y dependiente, la aversión a los métodos anticonceptivos, los problemas de pareja, conflictos con los padres, mala auto imagen, vivencias negativas o traumáticas, y tendencia y rasgos de personalidad patológica: esquizofrenia, paranoia y psicopatía.
Si el tabaco ha levantado tamaña polémica y sus riesgos se anuncian a bombo y platillo, ¿cómo no exigir lo mismo para algo infinitamente peor como es el aborto?
Si el Estado permite el crimen del aborto, tiene, al menos, la obligación de informar a sus ciudadanos sobre los graves riesgos que entraña, tanto para la mujer como para toda la sociedad. Procuremos todos que así sea.
Pilar Gutiérrez Vallejo

TRANSTORNOS PSICOLOGICOS EN MUJERES QUE HAN ABORTADO

Depresión, hostilidad y conducta autodestructiva son algunas de las consecuencias psíquicas que sufren las mujeres que han abortado. El "Síndrome Post-aborto" (SPA) ha sido estudiado en países como EEUU, Canadá, Finlandia, Francia, Suiza e Inglaterra. Un equipo de profesionales de salud mental ha iniciado la primera investigación sobre el SPA en España.
Según un estudio de la Real Academia de Obstetricia de Inglaterra, el 59% de las mujeres que abortan tiene altas probabilidades de sufrir problemas psiquiátricos graves y permanentes. Los trastornos psíquicos derivados del aborto se conocen como Síndrome post-aborto (SPA), un tipo de trastorno de estrés post-traumático (PTSD). Algunos de los síntomas más frecuentes son ansiedad, conducta agresiva, pesadillas, pensamientos o actos suicidas, bulimia, anorexia, abuso de alcohol y drogas y ruptura de relaciones de pareja.
Daños a largo plazo
El Síndrome post-aborto puede tardar años en manifestarse debido a la represión a la que recurren muchas mujeres como mecanismo de defensa. Según Juan Cardona, psiquiatra y miembro del equipo investigador español, «después del trauma que supone el aborto se deteriora la afectividad, la capacidad de querer, la voluntad, y todo lo demás viene en cascada: la ruptura con parejas sucesivas, la depresión y otras consecuencias negativas».
En cuanto a la relación de pareja, la doctora Emily Milling halló que el 70 por ciento de las 400 parejas de su estudio se rompieron en el año siguiente al aborto. Por otro lado, el doctor Phillip Ney, psiquiatra infantil de la Universidad de British Columbia, descubrió que el aborto aumenta el maltrato a los otros hijos. De hecho, en Estados Unidos el maltrato infantil ha aumentado un 1000 por cien desde que se legalizó el aborto.
También el suicidio aumenta notablemente entre las mujeres que han abortado. Los investigadores finlandeses Speckhard y Vaughan constataron que la tasa de suicidio en el año posterior al aborto era tres veces más alta que la media femenina, y siete veces más alta que la de las mujeres que habían dado a luz. El estudio más completo sobre el SPA data de 1997, y fue financiado por el Gobierno de Finlandia. Sobre una muestra de 9.129 mujeres, el estudio reveló que las que abortaron tuvieron 4 veces más probabilidades de morir al año siguiente que las que habían dado a luz.
Organismos internacionales que promueven el aborto han reconocido la existencia de secuelas psicopatológicas. La Federación Internacional de Planificación Familiar (Planned Parenthood) los ha confirmado en su Plan Trienal del período 1990-1993: «Una serie de estudios y encuestas de los opositores al aborto han mostrado que la incidencia del trauma post-aborto puede llegar a afectar al 91 por ciento de los casos. Algunos informes recientes del Instituto Alan Guttmacher que no han sido publicados indican que el alcance del problema puede haber sido correctamente calculado en dichos estudios».
Hasta ahora, el único estudio que existe en España sobre este Síndrome fue elaborado en 1993 por la Asociación Española de Neuropsiquiatría, titulado «Mujer y salud mental». En él se señalaban como rasgos de las mujeres que abortan más de una vez la inmadurez, la inestabilidad emocional, la sexualidad dependiente, los problemas de pareja y las tendencias de personalidad patológica como esquizofrenia y psicopatía. Según datos oficiales, el 25 por ciento de las mujeres que abortan ya habían abortado antes.

DISPOSITIVO INTRAUTERINO



Dispositivo intrauterino, pequeño dispositivo que se inserta en el útero de la mujer para evitar el embarazo.

Existen dos modelos de DIU que se comercializan actualmente: el de cobre, que es una estructura en forma de T hecha de plástico que tiene incorporado un hilo de cobre enrollado a lo largo del eje central, y otro modelo similar que además libera un progestágeno. El dispositivo de cobre impide el embarazo porque reduce la capacidad que tienen los espermatozoides de fecundar al óvulo. El sistema inmunológico identifica el DIU como un cuerpo extraño y produce gran número de leucocitos, unas células inmunitarias que lo atacan y que de este modo destruyen los óvulos y espermatozoides presentes en el útero. También se ve afectado el revestimiento uterino, impidiendo la implantación del óvulo fecundado. Este dispositivo se mantiene activo durante seis años como máximo.

El dispositivo que incorpora un progestágeno, también en forma de T, actúa liberando continuamente en el útero pequeñas cantidades de una sustancia que produce efectos biológicos similares a los de la hormona progesterona. Ésta engrosa la capa de mucus que reviste el cuello del útero, una estructura anatómica que comunica el útero con la vagina, impidiendo así que los espermatozoides penetren en el interior de aquél. Este tipo de DIU debe cambiarse una vez al año. Todos los DIU están provistos de un cordón de plástico que cuelga del cuello uterino para que la mujer pueda comprobar si el dispositivo está bien colocado.

Correctamente utilizado, el DIU tiene una eficacia anticonceptiva del 96 por ciento.

Esta forma de control de la gestación fue inventada, hace unos 3.000 años, por los pueblos que habitaban en el desierto, que colocaban guijarros lisos en el útero de las camellas para evitar que quedasen preñadas durante las largas expediciones. Más tarde, Hipócrates propuso que las mujeres utilizasen también este método. Se ensayaron diversos materiales, como marfil, madera, vidrio y algunos metales preciosos.

En Estados Unidos, el DIU se autorizó como método de control del embarazo en la década de 1960. El dispositivo gozó de popularidad hasta que a principios de la década de 1970 se comercializó uno llamado Dalkon Shield, que provocaba la enfermedad inflamatoria pélvica (EIP), una infección del aparato reproductor que puede causar esterilidad y embarazos ectópicos (un tipo de embarazo que puede ser mortal y que se caracteriza por la implantación del óvulo fecundado fuera del útero). En algunos casos, la EIP puede también ser mortal. Más de 10.000 mujeres demandaron a A. H. Robins, la empresa fabricante del Dalkon Shield, que se retiró del mercado en 1974. En 1980, A. H. Robins aconsejó formalmente a los médicos que retirasen el dispositivo a las mujeres que todavía lo utilizaban.

Los estudios realizados con los modelos actuales han demostrado que las mujeres a las que se les implanta tienen pocas probabilidades de desarrollar la EIP. Al contrario, se ha demostrado que el uso prolongado de este dispositivo disminuye el riesgo de desarrollar EIP. El peligro es máximo durante los cuatro meses siguientes a la inserción del DIU, sobre todo para las mujeres expuestas a un riesgo elevado de contraer enfermedades de transmisión sexual (ETS).

El DIU no requiere ninguna intervención por parte de la usuaria antes del coito. También se puede emplear durante la lactancia. No protege de las ETS ni del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante del síndrome de la inmunodeficiencia adquirida (SIDA). El dispositivo debe colocarlo y retirarlo un especialista. En los primeros meses después de la colocación, la mujer puede tener hemorragias más abundantes de lo normal, experimentar sangrados entre menstruaciones y sufrir calambres. Muchas mujeres pueden sufrir ligeras molestias o experimentar sangrados en las primeras horas tras la colocación del DIU.

No es un método anticonceptivo recomendable para mujeres que no han tenido hijos. La investigación ha demostrado que en este caso hay cierto riesgo de expulsar el DIU y este dispositivo causa más dolores y hemorragias que en mujeres que ya han sido madres. Otros posibles efectos secundarios son reacción alérgica al cobre y perforación del útero.

SECUELAS FISICAS DEL ABORTO

• MUERTE:
Las primeras causas de muerte en relación con el aborto son hemorragia, infección, embolia, anestesia, y embarazos ectópicos sin diagnosticar. El aborto legal constituye la quinta causa de muerte de gestantes en los EE. UU, aunque de hecho se sabe que la mayoría de muertes relacionadas con el aborto no son registradas oficialmente como tales.
• CÁNCER DE MAMA:
El riesgo de cáncer de mama casi se dobla después de un aborto e incluso se incrementa aún más con dos o más abortos.
• CÁNCER DE OVARIOS, HÍGADO Y CUELLO UTERINO:
Las mujeres con un aborto se enfrentan a un riesgo relativo de 2.3 de cáncer cervical (cuello uterino), en comparación con las mujeres que no han abortado, y las mujeres con dos o más abortos encaran un riesgo relativo de 4.92. Riesgos igualmente elevados de cáncer de ovario e hígado se ligan con el aborto único o múltiple. Estos porcentajes incrementados de cáncer para el caso de mujeres que han abortado se vinculan aparentemente a la interrupción no natural de los cambios hormonales que acompañan al embarazo, así como a la lesión cervical no tratada.
• PERFORACIÓN DE ÚTERO:
Entre un 2 y un 3 % de las pacientes de aborto pueden sufrir perforación del útero; es más, la mayoría de estas lesiones quedarán sin ser diagnosticadas ni tratadas a no ser que realice una visualización mediante laparoscopia. Esta clase de examen puede resultar útil cuando se inicia un proceso judicial por negligencia en la práctica del aborto. El riesgo de perforación uterina se incrementa para las mujeres que ya han tenido hijos y para las que reciben anestesia general durante la realización del aborto. El daño en el útero puede complicarse en posteriores embarazos y eventualmente puede acarrear problemas que requieran una histerectomía, lo que de por sí puede conllevar diversas complicaciones adicionales y lesiones que incluyen la osteoporosis.
• DESGARROS CERVICALES (cuello del útero):
En al menos un uno por ciento de abortos realizados en el primer trimestre se producen importantes desgarros cervicales que requieren sutura. Las laceraciones de menor envergadura o las micro-fracturas, que normalmente no son tratadas, pueden también a la larga perjudicar la función reproductiva. La lesión latente post-aborto puede abocar a una posterior incompetencia cervical, parto prematuro y complicaciones durante el parto. El riesgo de lesión cervical es mayor en adolescentes, para abortos realizados en el segundo trimestre, y cuando los facultativos no usan laminaria (sic) para dilatar el cuello uterino.
• PLACENTA PREVIA (sic):
El aborto incrementa el riesgo de placenta previa en posteriores embarazos (una circunstancia que pone en peligro tanto la vida de la madre como su embarazo deseado), en una escala de entre siete y quince. El desarrollo anormal de la placenta debido a lesión uterina aumenta el riesgo de malformación fetal, muerte perinatal y efusión excesiva de sangre durante el parto.
• RECIÉN NACIDOS DISCAPACITADOS EN POSTERIORES EMBARAZOS:
El aborto se asocia con lesiones cervicales y uterinas que pueden incrementar el riesgo de parto prematuro, complicaciones en el parto y desarrollo anormal de la placenta en posteriores embarazos. Estas complicaciones reproductivas constituyen las causas principales de las minusvalías en recién nacidos.
• EMBARAZO ECTÓPICO:
El aborto está relacionado de forma importante con un riesgo añadido de embarazos ectópicos posteriores. Los embarazos ectópicos, a su vez, amenazan la vida y pueden llevar a un descenso en la fertilidad.
• AFECCIÓN INFLAMATORIA PÉLVICA (PID):
Se trata de una enfermedad que puede poner en peligro la vida y conllevar un riesgo añadido de embarazo ectópico y reducción de fertilidad. De entre las pacientes que tienen una infección por clamidia en el momento del aborto, un 23 % desarrollará PID en cuatro semanas. Algunos estudios han arrojado que entre un 20 y un 27 % de pacientes que abortan sufren una infección por clamidia. Aproximadamente un 5 % de pacientes que no han sido infectados por clamidia desarrollan PID dentro de las 4 semanas posteriores a un aborto realizado durante el primer trimestre. Es por tanto razonable suponer que cuantos practican abortos previenen y tratan tales infecciones antes del aborto.
• ENDOMETRITIS:
La endometritis representa un riesgo post-aborto para todas las mujeres, pero en especial para las adolescentes, las cuales tienen una probabilidad 2.5 veces mayor de contraer endometritis después de un aborto que las mujeres con edades entre 20 y 29 años.
• COMPLICACIONES INMEDIATAS:
Alrededor de un 10 % de mujeres que se someten a un aborto provocado sufrirán complicaciones inmediatas, de las cuales aproximadamente un quinto (2 %) tienen la consideración de riesgo mortal. Las nueve grandes complicaciones más comunes que pueden darse durante la práctica del aborto son: infección, efusión excesiva de sangre, embolia, desgarro o perforación del útero, complicaciones de la anestesia, convulsiones, hemorragia, lesión cervical y "shock" endotóxico. Las complicaciones 'menores' más comunes incluyen: infección, efusión de sangre, fiebre, quemaduras de segundo grado, dolor abdominal crónico, vómitos, problemas gastro-intestinales.
• RIESGOS AÑADIDOS PARA LAS MUJERES CON MÚLTIPLES ABORTOS:
En general, la mayoría de los estudios arriba citados reflejan factores de riesgo para mujeres que se han sometido a un solo aborto. Estos mismos estudios muestran que las mujeres que tienen abortos múltiples encaran un riesgo mucho mayor de sufrir tales complicaciones. Este punto es especialmente digno de ser mencionado desde el punto y hora en que alrededor de un 45 % de todos los abortos se practican en mujeres que ya habían abortado antes.
• RIESGOS AÑADIDOS PARA LAS ADOLESCENTES:
Las adolescentes, que suponen aproximadamente un 30 por ciento de las mujeres que abortan, se exponen a un riesgo mucho más alto de sufrir numerosas complicaciones relacionadas con el aborto. Esto reza tanto para las complicaciones inmediatas como para los perjuicios reproductivos a largo plazo.
• PEOR ESTADO DE SALUD GENERAL:
En un estudio realizado sobre 1.428 mujeres, los investigadores descubrieron que los embarazos malogrados y en particular los debidos a aborto provocado se asociaban de manera significativa a una salud general más deficiente. Los abortos múltiples correspondían a una valoración todavía peor de la salud presente. Mientras que la interrupción del embarazo por causas naturales iba en detrimento de la salud, el aborto provocado resultó estar más estrechamente relacionado con una salud deficiente. Tales hallazgos confirman investigaciones anteriores que arrojaban que durante el año siguiente a un aborto las mujeres visitaban a su médico de cabecera un 80 % más por toda clase de razones y un 180 % más por razones psico-sociales. Los autores también se encontraron con que si hay un compañero presente y que no presta apoyo, el porcentaje de aborto natural se eleva a más del doble y el de aborto provocado es cuatro veces mayor que si él está presente y apoyando. Si el compañero está ausente, el porcentaje de aborto provocado es seis veces mayor.
• RIESGO AÑADIDO POR FACTORES QUE HACEN PELIGRAR LA SALUD:
El aborto está en buena medida ligado a cambios de conducta tales como promiscuidad, tabaquismo, abuso de las drogas y desórdenes alimenticios que en conjunto contribuyen a incrementar los riesgos de padecer problemas de salud. Por ejemplo, la promiscuidad y el aborto están ambos relacionados con un aumento de las tasas de PID y embarazos ectópicos. Cuál de los dos contribuye más es algo todavía incierto, pero deslindarlo puede ser irrelevante si la promiscuidad es de por sí una reacción al trauma post-aborto o a la pérdida de autoestima.

CONSECUENCIAS PSIQUICAS DEL ABORTO

• NECESIDAD DE TRATAMIENTO PSICOLÓGICO:
En un estudio realizado sobre pacientes post-aborto a sólo 8 semanas de haber abortado, los investigadores hallaron que el 44% se quejaba de trastornos nerviosos, el 36% había sufrido alteraciones del sueño, el 31% tenía arrepentimientos por la decisión tomada y al 11% le habían sido prescritos fármacos psicotrópicos por su médico de cabecera. Un estudio retrospectivo que abarcaba un período de cinco años en dos provincias canadienses detectó que el recurso a los servicios médicos y psiquiátricos era sensiblemente mayor entre mujeres que habían abortado. Lo más revelador fue la conclusión a la que se llegó, según la cual el 25% de mujeres que habían abortado visitaban a los psiquiatras frente al 3% del grupo de control. Las mujeres que han abortado tienen más probabilidades que otras de requerir el ingreso posterior en un hospital psiquiátrico. Adolescentes, mujeres separadas o divorciadas, y aquéllas en cuya historia clínica figura más de un aborto encaran un riesgo especialmente alto.
Puesto que muchas mujeres tras un aborto recurren a la represión como mecanismo de defensa, puede darse un largo período de negación antes de que una mujer requiera tratamiento psiquiátrico. Estos sentimientos reprimidos son susceptibles de causar afecciones psicosomáticas y psiquiátricas o de conducta en otras facetas de la vida de la mujer. En consecuencia, algunos expertos informan del hecho de que la angustia por un aborto que no se quiere reconocer es lo que en realidad subyace en muchas de sus pacientes, incluso aunque se hayan dirigido a ellos en demanda de terapias para problemas que aparentemente nada tienen que ver con ello.
• DISFUNCIÓN SEXUAL:
Entre un 30 y 50% de mujeres que han abortado declaran sufrir disfunciones sexuales, tanto de breve como de larga duración, que comienza inmediatamente después de sus respectivos abortos. En concreto pueden incluir uno o varios problemas de los que se detallan a continuación: ausencia de placer en las relaciones, dolor añadido, aversión al sexo o a los hombres en general, o desarrollo de una forma de vida de tipo promiscuo.
• PLANTEAMIENTOS SUICIDAS E INTENTOS DE SUICIDIO:
Aproximadamente un 60% de mujeres que experimentan secuelas post-aborto declaran albergar ideas suicidas, con un 28% que intenta realmente suicidarse, de las cuales la mitad lo ha hecho en dos o más ocasiones.
Investigadores finlandeses han identificado una estrecha relación estadística entre el aborto y el suicidio en un estudio basado en registros. Los 73 suicidios identificados se asociaban en el espacio de un año a embarazos que acababan de forma natural, por aborto provocado. La tasa media anual de suicidio femenino en general era de 11.3 por cada 100.000. La tasa de suicidios asociados con nacimientos era significativamente más baja (5.9). Las tasas para interrupción del embarazo eran sensiblemente más altas. Para el aborto natural, la tasa era de 18.1 por cada 100.000 y para el aborto provocado de 34.7 por cada 100.000. La tasa de suicidio dentro del año posterior a la práctica del aborto era tres veces más alta que la tasa general femenina, siete veces más elevada que para las mujeres que llevan a término su embarazo, y casi el doble de alta que la de las mujeres que habían sufrido un aborto por causas naturales.
• REFUERZO DEL HÁBITO DE FUMAR CON LOS CORRESPONDIENTES EFECTOS NEGATIVOS PARA LA SALUD:
Las mujeres que abortan tienen el doble de probabilidades de convertirse en grandes fumadoras y de sufrir los correspondientes riesgos sobre la salud. Las mujeres que han abortado tienen también mayor probabilidad de continuar fumando durante los posteriores embarazos deseados, con el riesgo añadido de muerte neonatal o anomalías congénitas.
• ABUSO DEL ALCOHOL:
El aborto se vincula de forma significativa con un riesgo doblemente añadido de abuso del alcohol entre las mujeres. El aborto seguido de abuso del alcohol se vincula con conductas violentas, divorcio o separación, accidentes de tráfico y pérdida del puesto de trabajo.
• ABUSO DE LAS DROGAS:
El aborto está ligado al abuso posterior de las drogas. Además de los costes psico-sociales que supone tal abuso, la adicción las drogas se vincula con riesgo incrementado de contraer infecciones por VIH/SIDA, malformaciones congénitas y conducta agresiva. • DESÓRDENES ALIMENTICIOS:
Para algunas mujeres al menos, el estrés post-aborto se asocia con desórdenes en la ingestión de alimentos tales como comer compulsivamente, bulimia, y anorexia nerviosa.
• DESCUIDO DE LOS NIÑOS O CONDUCTA ABUSIVA HACIA ELLOS:
El aborto ésta vinculado con mayores niveles de depresión, conducta violenta, abuso del alcohol y de las drogas, embarazos 'de sustitución o reemplazo', y relajación de los lazos que unen a las madres con los hijos nacidos posteriormente. Estos factores se asocian estrechamente con el trato abusivo hacia los niños y parecen confirmar particulares valoraciones clínicas que vinculan el trauma post-aborto con abuso infantil subsiguiente.
• DIVORCIO Y PROBLEMAS CRÓNICOS DE RELACIÓN:
Para la mayor parte de las parejas, un aborto crea problemas imprevistos en su relación. Las parejas que han recurrido al aborto están más expuestas a divorciarse o a separarse. Muchas mujeres que abortan desarrollan una mayor dificultad para establecer lazos duraderos con un compañero. Esto puede deberse a que el aborto se relaciona con reacciones tales como baja autoestima, mayor desconfianza hacia los hombres, disfunción sexual, abuso de substancias y niveles incrementados de depresión, ansiedad y cólera pasajera. Las mujeres que se han sometido a más de un aborto tienen mayor probabilidad de requerir ayudas públicas, en parte porque también tienen más probabilidades de acabar constituyendo familias monoparentales
• ABORTOS DE REPETICIÓN:
Las mujeres a las que les ha sido practicado un aborto arrastran un riesgo añadido de volver a abortar en el futuro. Las mujeres que cuentan con una experiencia abortiva anterior tienen una probabilidad cuatro veces mayor de volver a interrumpir voluntariamente su embarazo que aquéllas que no tienen historia abortiva previa.
Este riesgo incrementado se asocia con el aborto anterior por la baja autoestima, un consciente o inconsciente deseo de llevar a cabo un embarazo 'de sustitución', y una mayor actividad sexual post-aborto. Los abortos posteriores pueden producirse por culpa de deseos conflictivos de quedar embarazada y tener un hijo y presiones continuas en favor del aborto, como puede ser el abandono por parte del nuevo compañero. En los abortos de repetición se da cuenta también de cierta clase de auto-punición.
Aproximadamente un 45 % de todos los abortos son ahora abortos de repetición. El riesgo de caer en un patrón de aborto de repetición debería ser comentado con la paciente a la vista de su primer aborto. Es más, puesto que las mujeres a las que se les ha practicado más de un aborto se exponen a un importante riesgo añadido de sufrir secuelas físicas y psíquicas, tales riesgos cualificados deberían ser ampliamente comentados con las mujeres que optan por abortar.

jueves, 7 de febrero de 2008

LOS CATOLICOS ANTE EL ABORTO


¿Qué entiende la Iglesia por aborto?
La Iglesia Católica entiende por aborto la muerte provocada del feto, realizada por cualquier método y en cualquier momento del embarazo desde el instante mismo de la concepción. Así ha sido declarado el 23 de mayo de 1 988 por la Comisión para la Interpretación Auténtica del Código de Derecho Canónico.
La cuestión del aborto provocado, ¿es sólo un problema científico, político o social?
Ciertamente, no. Esta cuestión es, desde luego, un problema científico, político y social grave. Pero también es, y en gran medida, un serio problema moral para cualquiera, sea o no creyente.
¿Tenemos los católicos obligaciones adicionales acerca de la cuestión del aborto, respecto de los no católicos o no creyentes?
Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de las cosas y defienden la vida y la dignidad humanas, han de procurar por todos los medios lícitos a su alcance que las leyes no permitan la muerte violenta de seres inocentes e indefensos. Pero los cristianos, entre los que nos contamos los católicos, sabemos que la dignidad de la persona humana tiene su más profundo fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que quiso ser hombre por amor a todos y cada uno de nosotros.
Por eso los católicos, si vivimos nuestra fe, valoramos en toda su dimensión el drama terrible del aborto como un atentado contra esta dignidad sagrada. Más que de obligaciones adicionales, pues, habría que hablar de una más profunda y plena comprensión del valor de la persona humana, gracias a nuestra fe, como fundamento para nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el olvido de Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad humana.
Como católica, ¿en qué incurre una persona que realiza o consiente que le realicen un aborto?
Quien consiente y deliberadamente practica un aborto, acepta que se lo practiquen o presta una colaboración indispensable a su realización, incurre en una culpa moral y en una pena canónica, es decir, comete un pecado y un delito.
¿En qué consiste la culpa moral?
La culpa moral es un pecado grave contra el valor sagrado de la vida humana. El quinto Mandamiento ordena no matar. Es un pecado excepcionalmente grave, porque la víctima es inocente e indefensa y su muerte es causada precisamente por quienes tienen una especial obligación de velar por su vida. Además, hay que tener en cuenta que al niño abortado se le priva del Sacramento del Bautismo.
¿Qué es una pena canónica?
La pena canónica es una sanción que la Iglesia impone a algunas conductas particularmente relevantes, y que está establecida en el Código de Derecho Canónico, vigente para todos los católicos.
¿En qué pena canónica incurre quien procura un aborto?
El que procura un aborto, si sabe que la Iglesia lo castiga de este modo riguroso, queda excomulgado. El Canon 1398 dice: "Quien procura un aborto, si éste se produce, incurre en excomunión Latae sententiae"
Por otra parte, el Canon 1041 establece que el que procura un aborto, si éste se consuma, así como los que hayan cooperado positivamente, incurre en irregularidad, que es el impedimento perpetuo para recibir órdenes sagradas.
¿Qué quiere decir incurrir en excomunión?
Significa que un católico queda privado de recibir los Sacramentos mientras no le sea levantada la pena: no se puede confesar válidamente, no puede acercarse a comulgar, no se puede casar por la Iglesia, etc. El excomulgado queda también privado de desempeñar cargos en la organización de la Iglesia.
¿Qué quiere decir que una excomunión es Latae sententiae?
Con esta expresión se quiere decir que el que incurre en ella queda excomulgado automáticamente, sin necesidad de que ninguna autoridad de la Iglesia lo declare para su caso concreto de manera expresa.
¿Significa algo especial la frase "si éste -el aborto- se produce"?
Sí. Quiere decir que, para que se produzca la pena de excomunión, el aborto debe consumarse, es decir, el hijo ha de morir como consecuencia del aborto. Si, por cualquier circunstancia, el aborto no llega a consumarse, no se producirá la excomunión, aunque se dará el pecado.
En el caso del aborto, ¿quiénes incurren en la pena de excomunión?
Si se dan las condiciones que configuran la pena de excomunión, en este caso quedan excomulgados, además de la mujer que aborta voluntariamente, todos los que han prestado colaboración indispensable a que se cometa el aborto: quienes lo practican, quienes los ayudan de modo que sin esa ayuda no se hubiera producido el aborto, etc.
¿Qué razón de ser tiene que el aborto está condenado por una pena canónica tan grave como es la excomunión?
La razón de ser de esta norma es proteger la vida del hijo desde el instante mismo de la concepción, porque la Iglesia se da cuenta de que la frágil vida de los hijos en el seno materno depende decisivamente de la actitud de los más cercanos, que son, además, quienes tienen más directa y especial obligación de protegerla: padres, médico, etc. Luego, cuando el niño nazca, estará ya además protegido de alguna manera por la sociedad misma.
La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es uno de los peores crímenes desde el punto de vista moral. El Concilio Vaticano II dice a este respecto: "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables".
Pero ya que en los últimos años cada vez hay más Estados que permiten el aborto, ¿no habría sido un gesto de benevolencia de la Iglesia el haber mitigado las penas para los católicos que aborten?
La Iglesia pudo haber cambiado, en la última y profunda revisión del Código de Derecho Canónico culminada en 1983, la pena de excomunión que pesa sobre los que procuran conscientemente un aborto, pero no lo hizo así precisamente porque en las últimas décadas se ha producido en todo el mundo una acusada relajación de la sensibilidad de las gentes hacia este crimen. Y si bien esta mayor laxitud social, que ejerce una presión cierta sobre las conciencias, puede disminuir la gravedad del delito en algunos casos, una atenuación de la pena habría suscitado, inevitablemente, la errónea idea de que la Iglesia considera hoy el aborto provocado como menos grave que antes, cuando, evidentemente, no es así.
La Iglesia es Madre y Maestra; como Madre, es lenta para la ira y fácil para el perdón, pero como Maestra no puede desvirtuar el depósito de la doctrina legado por Dios, y no puede decir que está bien lo que está mal, ni puede dar pie a que nadie suponga que actúa de esta manera.
¿Puede suceder que alguna persona consienta o colabore en un aborto y no incurra en excomunión?
Sí. Dado que en Derecho Canónico no existe delito si no hay pecado grave, hay circunstancias en las que no se incurre en esta pena, que requiere plena imputabilidad. Por ejemplo, no quedan excomulgados los que procuran un aborto si ignoran que se castiga con la excomunión; los que no tengan conciencia de que abortar voluntariamente es pecado mortal; los que han intervenido en un aborto forzados con violencia irresistible contra su voluntad o por miedo grave; los menores de edad...; en general, los que han obrado sin plena advertencia y pleno consentimiento.
En el caso de que un médico por no estar dispuesto a realizar este tipo de intervenciones, fuese despedido y padecieran necesidad él y su familia, ¿podría colaborar?
Nunca se puede colaborar de modo positivo en la comisión de un acto que va contra la ley de Dios, que hay que obedecer antes que a la ley de los hombres. El católico que se halla en esta situación tiene la obligación grave de ampararse en el derecho a la objeción de conciencia, aunque esta actitud pueda acarrearle represalias.
El profesional sanitario cristiano ha de tener presente, además, que si es conocida su condición de creyente puede provocar un grave escándalo si colabora a la práctica de abortos.
Si los familiares de ese profesional son también cristianos, tienen la responsabilidad humana y moral de ayudarle a sobrellevar las dificultades, apoyarle en sus decisiones y hacer causa común con él en esos momentos de tribulación. Y esta responsabilidad alcanza también a sus amigos y colegas, si son cristianos y quieren vivir auténticamente su fe, así como a los miembros de la comunidad católica en que el profesional sanitario se desenvuelva.
¿Y qué ha de hacer el resto de las personas que trabajan en un hospital donde se practican habitualmente abortos?
Esas personas han de poner todos los medios lícitos a su alcance para que se dejen de practicar abortos. En cualquier caso, han de negar su colaboración directa a esas acciones.
¿No es la doctrina católica sobre el aborto una dura doctrina, que muy pocos podrán seguir?
Casi con estas mismas palabras replicaron los contemporáneos de Jesús cuando oyeren su predicación. Y el mismo Jesús nos dijo que hay que seguir el sendero estrecho para llegar al Reino de los Cielos. Seguir a Cristo en su Iglesia no es fácil, pero con la Gracia de Dios se allana el camino y se superan las dificultades, por grandes que parezcan. También nos dijo Jesús que fuéramos a Él con confianza, y Él nos aliviaría de nuestras angustias.
La doctrina católica sobre el aborto no proviene de la voluntad de la autoridad eclesiástica, sino que está fundamentada en lo más profundo de la naturaleza de las cosas queridas por Dios, que se expresa en la Ley que Él nos ha dado a conocer, y que la Iglesia tiene la misión de transmitir. Pero la Iglesia cumple también con su deber siendo el ámbito en que los cristianos pueden fortalecer mejor su fe y ser ayudados y estimulados a vivir más intensamente su vida cristiana.
¿Cómo puede levantarse una excomunión, tras haber colaborado en un aborto consumado?
Si un católico se encuentra en esta situación, debe acudir al obispo o al sacerdote en quien éste delegue. En la práctica, puede dirigirse a cualquier sacerdote, que le indicará lo que debe hacer.
¿Tienen los católicos, además de la obligación grave de no colaborar en ningún aborto provocado, otras obligaciones en esta materia?
Todos los católicos estamos llamados a una vida plena, es decir, a la santidad, y a contribuir activamente a la extensión del Reino de Dios en la tierra llevando el Evangelio hasta el último rincón del mundo. Si todo miembro responsable de una sociedad que se proclama civilizada tiene el deber de defender la vida y la dignidad humana, por muchas más razones los católicos hemos de asumir esta tarea.
¿Cómo se puede hacer esto, en el caso del aborto?
El lograr que en una sociedad se respete el derecho a la vida es responsabilidad de todos en su actividad cotidiana, pues todos, con el ejemplo de su conducta, sus palabras, sus escritos, sus opiniones, su voto, la educación de sus hijos, etc., influyen en lo que se piensa, en cómo se vive Y en lo que se legisla.
Ciertamente, un papel importante corresponde a políticos, educadores y responsables de medios de Comunicación Social, por la repercusión que sus palabras o sus acciones tienen en la colectividad; pero ellos, al tiempo que influyen sobre la sociedad, son influidos a su vez también por ella.
¿Qué puede hacer para influir en esta materia un cristiano corriente, un ciudadano normal que ni sale en la televisión, ni habla desde una cátedra o una tribuna pública?
Lo primero que cada uno puede y debe hacer para afirmar la vida es vivir con la conciencia de su dignidad. Sólo afirmaremos la vida de otros si nosotros percibimos la nuestra en toda su grandeza y si nuestra conducta es coherente con nuestra convicción. El ejemplo de Jesús, tomando en serio a cada una de las personas que se encontraba, debe servirnos para que todos los que se crucen en nuestra vida se sientan valorados y tenidos en cuenta como seres únicos. Una afirmación así de la vida personal en nuestras experiencias cotidianas hará posible que surja, naturalmente, la estima por todos y cada uno de los seres humanos, también los concebidos y no nacidos. Pero junto a esta actitud general, caben muchas maneras concretas de trabajar específicamente en favor de la vida:
- Rogando al Señor por los legisladores y los dirigentes sociales en general, para que sepan comprender que los hijos concebidos y no nacidos son los más inocentes y los más indefensos miembros de, nuestra sociedad, y que, como ha dicho repetidamente el Papa Juan Pablo II, nunca se puede legitimar la muerte de un inocente.
- No despreciando el valor moral del dolor y del sacrificio, cuyo rechazo lleva a justificar cualquier intento de acabar con lo que se cree que son sus causas, incluidos los ancianos o enfermos inútiles, los deficientes que son una carga o los nuevos hijos que pueden complicar la vida o disminuir el bienestar de la familia.
- Acogiendo y ayudando, también económicamente, a quienes, por razón de su maternidad, se encuentran en situaciones difíciles.
- Recibiendo con alegría, por duro que pueda ser, al nuevo hijo enfermo o deficiente que llegue a la familia, como una bendición de Dios. Es ejemplar el testimonio de numerosísimos padres cristianos en este sentido.
- Reaccionando positivamente ante escritos públicos o programas audiovisuales que defiendan la vida humana, y críticamente ante los que la ataquen.
- Orientando el voto hacia las alternativas que merezcan más confianza por sus actitudes ante la vida en general, y ante la cuestión del aborto provocado en particular.
- Informando a quienes nos rodean, con caridad, pero con firmeza y claridad, de la realidad del hijo no nacido y de la importancia de defender su derecho a vivir.
¿Es razonable pensar que un día la vida y la dignidad humanas se respetarán desde la concepción hasta la muerte?
No es posible contestar rotundamente a esta cuestión, pero hacia este objetivo deben encaminarse los esfuerzos de todos los que aspiran a un mundo justo. Las agresiones a la vida humana, especialmente de los inocentes, han tenido siempre en la historia consecuencias dramáticas. Los cristianos sabemos que cuando las personas y las colectividades han reconocido a Jesucristo, este reconocimiento ha supuesto una afirmación de la vida sin parangón con cualquier otra cultura. Por eso debemos empeñarnos en la extensión de la presencia de Cristo en la sociedad, porque de este modo los hombres reconocerán su propia grandeza y podrán vivir con una nueva conciencia propia dignidad. Con el auxilio de Jesús y de su madre, que lo concibió en su seno, y con el ejemplo nuestra propia vida, será posible trabajar mejor en defensa de este ideal.

LAS LEYES SOBRE EL ABORTO


¿Cómo se ha venido regulando el aborto en los ordenamientos jurídicos de las naciones?
En la Grecia y la Roma antiguas el aborto, así como el infanticidio, estaban generalmente permitidos y socialmente aceptados. Desde que el Derecho se humanizó por influencia del cristianismo, el aborto se ha castigado siempre como un crimen.
En el siglo XX se han producido varias modificaciones en esa situación: la Unión Soviética permitió el aborto en 1920, y en la década de los 30 se añadieron varios países escandinavos y posteriormente otros del Este de Europa.
A partir de finales de los años 60 se va permitiendo el aborto provocado en el mundo occidental, aunque en muchas naciones sigue respetándose y protegiéndose el derecho a la vida del no nacido.
¿Cuál es la justificación que se ha dado para que el aborto no se castigue en algunos casos?
En algunas legislaciones se parte de la base de que el hijo concebido y no nacido no merece ninguna protección legal más que a partir de determinado tiempo de vida intrauterino, que es cuando se le empieza a considerar merecedor de protección. Según este criterio, el aborto es legal en determinado plazo del embarazo. Este sistema se conoce como el "sistema de plazos".
En otros ordenamientos, como ocurre en el caso ecuatoriano, se considera que el hijo merece protección legal desde el inicio de su vida.
¿Qué opinan los médicos de la realización de abortos provocados?
La gran mayoría de los médicos, se niegan terminantemente a practicar abortos, porque saben que un aborto provocado es acabar violentamente con la vida de un ser humano, y esto es enteramente contrario a la práctica de la Medicina.
¿Por qué se llama "aborto terapéutico"?
Inicialmente se llamó así al aborto que se practicaba cuando entraban en colisión la vida de la madre y la del hijo. Hoy se extiende esta calificativo a cualquier dolencia o riesgo de dolencia. En este último sentido, se pretende sugerir que mediante el aborto se cura alguna enfermedad de la madre, aunque, en términos estrictos, un aborto provocado no cura nada, no es terapia de nada.
¿De cuántas semanas ha de ser el embarazo para que en esta circunstancia el aborto no sea punible?
No hay plazo alguno. La madre podrá abortar impunemente en cualquier momento de su embarazo si el certificado médico se basa en el peligro para su vida o su salud.
¿Es frecuente que la vida de una mujer corra grave peligro como consecuencia de su embarazo?
No; es muy raro que eso ocurra. Con los últimos adelantos de la ciencia médica, es cada día más difícil que se plantee esta colisión entre la vida de la madre y la del hijo. La realidad más bien inclina a decir lo contrario: hay más ocasiones de peligro de muerte para una madre como consecuencia de un aborto provocado que como consecuencia de su embarazo.
¿Y respecto de la salud física de la madre?
Ciertamente, un embarazo que se considere normal es de por sí una sobrecarga que debe sufrir la mujer embarazada, y produce trastornos de diversa índole; pero parece cosa clara que ninguna de estas irregularidades entra en las causas previstas para que el aborto no sea punible, ya que entonces sobraría la ley, porque, como queda dicho, esas disfunciones corresponden a embarazos que médicamente se consideran perfectamente normales.
En determinadas ocasiones puede suceder que un embarazo agrave una enfermedad previa a la madre, pero resulta muy difícil cuantificar el riesgo añadido que pueda suponer el embarazo y, en cualquier caso, la madre bien atendida podrá superar sin mayores problemas las dificultades planteadas, porque hoy existen medios sobrados para que así suceda. No debe olvidarse que la práctica de un aborto puede suponer por sí misma un empeoramiento de la salud de la madre.
¿Y en cuanto a la salud psíquica?
Todo embarazo no deseado supone, claro está, una perturbación emocional en la madre, como ocurre en cualquier disgusto serio. Pero de ahí a suponer que venga a producirse un grave peligro para su salud psíquica media un abismo. Si hubiéramos de juzgar por las causas alegadas para la realización de abortos no punibles, tendríamos que concluir que en efecto es muy frecuente que un embarazo causa "grave peligro" a la salud psíquica de la madre pues, de hecho, la inmensa mayoría de los abortos realizados lo son por esta causa. El portavoz de un establecimiento que realiza abortos en Madrid ha declarado que "practicamos el aborto libre sin estar fuera de la ley, porque interpretamos que cada embarazo no deseado supone un grave riesgo para la salud psíquica de la madre".
Parece que son muchos los que, efectivamente, creen que todo embarazo no deseado ya es de por sí una grave enfermedad psíquica para la mujer.
Esta es una de tantas creencias erróneas, que se mantienen como consecuencia de la ignorancia, deliberada o no, de una realidad tan evidente como que la vida se compone necesariamente de momentos felices y momentos tristes, e incluso amargos. El llevarse un disgusto grave, sufrir un desengaño importante o tener que soportar consecuencias desagradables de algo que se hizo sin medir el alcance de sus efectos, son cosas que ocurren continuamente en todos los órdenes de la vida, sin que por eso nadie pueda decir en serio que todos los que están en una situación así sufren una grave enfermedad psíquica. Los habrá que sí, pero es obvio que éste no es el caso corriente, ya que de lo contrario habría que aceptar el absurdo de que todos los hombres y mujeres sobre la tierra sufren una grave enfermedad psíquica por el hecho de existir; el absurdo de que la existencia, por llevar consigo episodios infelices, es en sí misma una grave enfermedad psíquica.
De todos modos, aun suponiendo que una mujer que se encuentra embarazada sin querer estarlo sufre un trastorno psicológico de importancia, hemos de tener en cuenta que la experiencia demuestra que muchos, embarazos no deseados se transforman, si se deja nacer al hijo, en gozosas maternidades deseadas. La experiencia demuestra que lo más corriente es que un feto no querido se convierta en niño queridísimo cuando nace. Y eso no tiene nada de particular, porque la madre puede experimentar, ante un embarazo que no quería, una perturbación emocional que le dificulte el hacerse cargo cabalmente de a quién lleva en sus entrañas, pero esa situación desaparece en cuanto oye al hijo llorar y lo ve agarrándose a su pecho para tomar su alimento. Existen, sin embargo, casos en los que la madre detesta a su hijo ya nacido de todos modos, como hay madres, y padres, que aman intensamente a sus hijos cuando son pequeños y los odian cuando ya son mayores, por las circunstancias que fueren.

COMO SE PRACTICA EL ABORTO

¿Cuáles son los métodos habituales en la práctica del aborto?
El aborto provocado tiene por objeto la destrucción del hijo en desarrollo en el seno materno o su expulsión prematura para que muera. Para conseguir este resultado se suelen usar diversos métodos que en otras circunstancias se emplean normalmente también en ginecología y obstetricia, y que se eligen atendiendo a los medios de que se disponga y a la edad del feto que hay que suprimir. Los métodos más utilizados son: aspiración, legrado, histerotomía ("mini cesárea"), inducción de contracciones e inyección intra-amniótica.
Aborto por aspiración
Se dilata primero el cuello uterino con un instrumental adecuado a esta función, para que por él pueda caber un tubo que va conectado a un potente aspirador. La fuerza de la succión arrastra al embrión y al resto del contenido uterino, todo deshecho en pequeños trozos. Una vez terminada la operación de succión se suele realizar un legrado para obtener la certeza de que el útero ha quedado bien vacío. Este método se suele usar cuando el embarazo es de menos de diez o doce semanas.
Aborto por legrado
El legrado o raspado, es el método que se usa más frecuentemente. Se comienza por dilatar convenientemente el cuello del útero, lo que sólo se puede hacer bajo anestesia. Luego se introduce en el útero una especie de cucharilla de bordes cortantes llamada legra o "cureta", que trocea bien a la placenta y al feto al ser paseada de arriba abajo por toda la cavidad del útero. Los trozos así obtenidos se extraen con la misma legra.
Este método suele practicarse sobre todo en los tres o cuatro primeros meses de la vida del hijo. Si el embarazo ha superado las doce semanas, las dificultades aumentan y hay que triturar muy bien el cuerpo del feto para sacarlo al exterior. A veces pueden quedar grandes restos en el interior del útero, por ejemplo la cabeza, y por eso el abortador debe identificar cuidadosamente todos los restos extraídos para asegurarse de que no ha quedado nada dentro de la madre.
¿Por qué se usan estos métodos sólo en los primeros meses del embarazo?
Porque el hijo crece y se desarrolla muy rápidamente, y pasado este tiempo su trituración y su expulsión por vía vaginal se hace muy difícil para quien realiza el aborto y muy peligrosa para la madre.
Aborto "mini cesárea"
La cesárea es una intervención que se realiza al final del embarazo, y que consiste en extraer al hijo a través de una incisión en el abdomen de su madre, cuando por las causas que fueren no es posible su nacimiento por el conducto normal. Esta operación ha salvado muchas vidas tanto de madres como de hijos. Una cesárea practicada cuando han transcurrido todavía pocas semanas de embarazo se llama "mini cesárea", y consiste en practicar una incisión en el útero a través del abdomen materno para extraer por ella al feto y a la placenta. Este método se suele realizar a partir de la decimoquinta o decimosexta semana del embarazo. Habitualmente se extraen niños vivos, que se mueren poco después por ser inviables. Pero a veces por este procedimiento se han obtenido niños vivos que eran viables, y entonces se les ha dejado morir sin prestarles los cuidados que posiblemente habrían permitido salvarlos, o bien se les ha provocado la muerte, habitualmente por asfixia.
Aborto por inducción de contracciones
Consiste en la provocación de la expulsión del feto y la placenta mediante la administración a la madre, por diversas vías, de sustancias prostaglandinas, que producen contracciones semejantes a las de un parto, las cuales provocan a su vez la dilatación del cuello uterino, y la bolsa en que está el hijo se desprende de las paredes del útero. El niño puede nacer muerto, porque se asfixia en el interior de su madre, o vivo.
También se emplean en ocasiones, y previamente al uso de oxitócidos, unos tallos o dilatadores hidrófilos que, colocados en el cuello uterino, se hinchan progresivamente y lo dilatan.
Método de la inyección intra-amniótica
Se inyecta en el líquido amniótico en que vive el hijo, a través del abdomen de la madre, una solución salina hipertónica o una solución de urea. Estas soluciones irritantes hiperosmóticas provocan contracciones parecidas a las del parto, y con un intervalo de uno o dos días tras la inyección, el hijo y la placenta suelen ser expulsados al exterior. En un cierto número de casos hay que efectuar después un legrado para asegurarse de la expulsión de la placenta.
Este método se utiliza en ocasiones para evacuar un feto muerto espontáneamente y retenido en el útero, y sólo puede usarse en un embarazo ya avanzado. Si se trata de provocar un aborto, es decir, si el feto está vivo dentro de su madre y hay que suprimirlo; el embarazo tiene que ser de más de cuatro meses.
La solución irritante introducida previamente suele envenenar al feto, produciéndole además extensas quemaduras.
¿No existen también unas píldoras abortivas?
Aunque se ha intentado muchas veces el uso de medios con apariencia de medicamentos para producir abortos, hasta ahora sólo lo ha conseguido con alguna efectividad la llamada "píldora abortiva" (RU-486). Mediante su administración en época muy temprana del embarazo, antes de la sexta semana de vida del embrión, se intenta que este preparado hormonal anule la función de la placenta en formación, con lo que se produce la muerte del hijo, que es en ese momento necesita absolutamente de la función nutritiva de la placenta, y entonces ocurre su consiguiente expulsión con todas sus envolturas. Si no se consiguen completamente los resultados perseguidos hay que recurrir a un legrado para consumar el aborto.
¿Puede decirse que estos métodos sean seguros para la vida o la salud de la madre?
No. La palabra "seguridad" es completamente inadecuada para estas situaciones. En los abortos por aspiración existe el riesgo de infecciones e incluso de perforación del útero, y que a la hemorragia se una la lesión de órganos abdominales de la madre. Este riesgo se incremento en los abortos por legrado. En los abortos por inducción de contracciones las complicaciones más graves son las hemorragias y las embolias, y en las "mini cesáreas" se corre el riesgo de desgarros de la cicatriz y de infecciones sobreañadidas. En las inyecciones intra-amnióticas puede producirse el paso de las sustancias tóxicas al sistema circulatorio de la madre.
Es cierto que estas complicaciones no son muy frecuentes y que la mortalidad materna no es alta, pero existen secuelas importantes derivadas de estas manipulaciones, que pueden influir seriamente en el desarrollo de embarazos posteriores.
Hay que mencionar también aquí el alto riesgo de alteraciones psíquicas que pueden aparecer muchas veces de forma tardía. El aborto supone frecuentemente para la madre, aunque se someta a él voluntariamente, un fuerte trauma psíquico.
En suma, ningún aborto es "seguro" para la mujer que aborta. Se trata tan sólo de una manera de hablar, por contraposición a otros métodos que implican aún más riesgo.
¿Existen, otros métodos, más burdos y peligrosos para la madre, que se usan en el aborto clandestino?
Sí. Desde hace miles de años existen testimonios históricos de abortos provocados, con gran riesgo para la vida de la madre. Hoy día siguen usándose métodos caseros en los abortos clandestinos.
¿No sería mejor entonces, legalizar el aborto para evitar los riesgos de esos abortos clandestinos, o para que las mujeres más pobres no estén en inferioridad de condiciones respecto a las más ricas, que pueden ir a abortar al extranjero?
En primer lugar, debe saberse que incluso en los países con legislación muy permisivo sobre el aborto, el aborto clandestino sigue existiendo, por mil razones muy fáciles de comprender (adulterios con consecuencias no deseadas, necesidad de ocultar un embarazo para mantener cierta posición social, etc.). En cualquier caso, las circunstancias exteriores que rodean al aborto pueden hacerlo más sórdido e inhumano por poner en peligro la vida de la madre además la del hijo. Pero el aborto, sea de mujeres ricas o pobres, se haga clandestinamente o bajo la protección del Estado, se practique sin medios o con la más sofisticado tecnología, es siempre el mismo crimen contra la vida de un inocente indefenso, y esta acción nunca se puede justificar.

EL ORIGEN DE LA VIDA Y EL ABORTO




¿Qué es el aborto?
La Medicina entiende por aborto toda expulsión del feto, natural o provocada, en el período no viable de su vida intrauterino, es decir, cuando no tiene ninguna posibilidad de sobrevivir. Si esa expulsión del feto se realiza en período viable pero antes del término del embarazo, se denomina parto prematuro, tanto si el feto sobrevive como si muere.
El Derecho Canónico, considera aborto la muerte del feto mediante su destrucción mientras depende del claustro materno o por su expulsión prematuramente provocada para que muera, tanto si no es viable como si lo es.
¿Cuántas clases hay de aborto?
El aborto puede ser espontáneo o provocado.
El espontáneo se produce porque surge la muerte intrauterinamente por causas diversas que motivan la expulsión del nuevo ser al exterior donde fallece, dada su falta de capacidad para vivir fuera del vientre de su madre.
El aborto provocado se realiza matando al feto en el seno materno forzando artificialmente su expulsión para que muera en el exterior.
En ocasiones se actúa sobre embarazos de hijos viables, matándolos en el interior de la madre o procurando su muerte después de nacer vivos. Esto no es, médicamente hablando, un aborto, y de hecho muchas legislaciones que se consideran permisivas en la tolerancia del aborto lo prohíben expresamente, porque lo incluyen en la figura del infanticidio.
¿Es un ser humano el fruto de la concepción en sus primeras fases de desarrollo?
Desde que se produce la fecundación mediante la unión del espermatozoide con el óvulo, surge un nuevo ser humano distinto de todos los que han existido. En ese momento se inicia un proceso vital esencialmente nuevo y diferente a los del espermatozoide y del óvulo, que tiene ya esperanza de vida en plenitud. Desde ese primer instante, la vida del nuevo ser merece respeto y protección, porque el desarrollo humano es un continuo en el que no hay saltos cualitativos, sino la progresiva realización de ese destino personal. Todo intento de distinguir entre el no nacido y el nacido en relación con su condición humana carece de fundamento.
¿Así que no es verdad que al principio existe una cierta realidad biológica, pero que sólo llegará a ser un ser humano más tarde?
No. Desde que se forma el nuevo patrimonio genético con la fecundación existe un ser humano al que sólo le hace falta desarrollarse y crecer para convertirse en adulto. A partir de la fecundación se produce un desarrollo continuo en el nuevo individuo de la especie humana, pero en este desarrollo nunca se da un cambio cualitativo que permita afirmar que primero no existía un ser humano y después, sí. Este cambio cualitativo únicamente ocurre en la fecundación, y a partir de entonces el nuevo ser, en interacción con la madre, sólo precisa de factores externos para llegar a adulto: oxígeno, alimentación y paso del tiempo. El resto está ya en él desde el principio.
¿Cómo puede existir un ser humano mientras es algo tan pequeño que no tiene el más mínimo aspecto externo de tal?
La realidad no es sólo lo que captan nuestros sentidos. Los microscopios electrónicos y los telescopios más modernos nos ofrecen, aspectos de la realidad que jamás habríamos podido captar con nuestros ojos. De manera semejante, la ciencia demuestra rotundamente que el ser humano recién concebido es el mismo, y no otro, el que después se convertirá en bebé, en niño, en joven, en adulto y en anciano. El aspecto que presenta varía según su fase de desarrollo. Y así, en la vida intrauterina primero es un embrión pre-implantado (hasta la llamada anidación, unos 12-14 días después de la fecundación, en que cabe la posibilidad de que de un mismo óvulo fecundado surjan gemelos); después es un embrión hasta que se forman todos sus órganos; luego, mientras éstos van madurando, hasta formarse el bebé tal como nace. Y después continúa el mismo proceso de crecimiento y maduración, y más tarde se produce el inverso de decadencia hasta la muerte.
Por eso no tiene sentido decir que un niño proviene de un feto, sino que él mismo fue antes un feto, del mismo modo que un adulto no proviene de un niño, sino que antes fue niño, y siempre es el mismo ser humano, desde el principio. Y tan absurdo sería defender que el hijo recién concebido no es un ser humano porque no tiene aspecto de niño, como suponer que el niño no es un ser humano porque no tiene el aspecto externo del adulto.
Admitiendo que existe una nueva vida desde el momento de la fecundación, ¿no podría ser una vida vegetal o animal, para llegar a ser humana en una fase posterior?
No. Con los actuales conocimientos genéticos, es indudable que cada ser es lo que es desde el momento de la fecundación. De la unión de gametos vegetales sólo sale un vegetal; de gametos animales no racionales, por ejemplo un chimpancé, sólo sale otro chimpancé, y de la unión de gametos humanos se crea un nuevo ser de la especie humana, que es tal desde el principio, pues así lo determina su patrimonio genético específicamente humano.
¿Ha habido épocas en que se haya creído que el fruto de la concepción de la mujer podía ser un individuo no humano?
Sí. Hubo épocas en que, por ignorancia de los mecanismos genéticos, se creyó que una mujer fecundada por un hombre podía concebir un ser no humano o medio-humano. Esta idea es una manifestación de superstición y de ignorancia científica que hoy debe tenerse por superada. Otra cosa es que, por enfermedades o alteraciones diversas, puedan producirse trastornos en el momento de la fecundación que desemboquen en la formación de productos anómalos, como la llamada "mola vesicular" o los "huevos abortivos", que carecerán de capacidad de desarrollo. O que, en ocasiones, conduzcan a hijos con malformaciones congénitas, cuya vida, sin embargo, es merecedora del mismo respeto y la misma protección que la de los seres normalmente constituidos.
¿Y no puede suceder que, aunque el fruto de la fecundación sea una vida humana, ésta no llegue a constituir un ser humano individual hasta un momento posterior?
En la realidad no existen más que seres humanos individuales. El concepto de vida humana es una abstracción que no existe más que encarnada en seres individuales de la especie humana. La vida humana, en general, es una idea abstracta; una vida humana concreta no es, no puede ser en la realidad, otra cosa que un ser humano.
Pero dado que hasta el decimocuarto día posterior a la fecundación existe la posibilidad de que de un óvulo fecundado salgan no uno, sino dos seres humanos, ¿no habría que afirmar que mientras sea posible tal división no existe un ser humano individualizado?
El que pueda llegar a existir dos seres humanos a partir de un mismo óvulo fecundado no significa que antes de la división no haya ninguno, sino más bien que donde había uno llega a haber más de uno.
Hay que tener en cuenta que no es lo mismo individualidad que indivisibilidad. Un ser vivo puede ser individual, pero divisible; es el caso de las bacterias y otros microorganismos. El que en una determinada época de su evolución biológica un ser vivo pueda ser divisible no invalida su carácter de individuo único en los momentos anteriores. El ser humano, hasta aproximadamente el día 12-14 de su evolución es individual, pero divisible, y a partir de la anidación es ya único e indivisible.
Si existe un ser humano desde la fecundación, ¿por qué los científicos se refieren a él con términos varios según su fase de desarrollo: cigoto, mórula, blastocisto, embrión, feto?
Porque la vida de un ser humano es un largo proceso que se inicia cuando de dos gametos, uno masculino y otro femenino, surge una realidad claramente distinta: el nuevo ser humano, fruto de la fecundación, quien en las distintas etapas de su desarrollo recibe nombres distintos: el cigoto es la primera célula que resulta de la fusión de las células masculina y femenina. Tras unas primeras divisiones celulares, este ser humano recibe el nombre de mórula, en la que pronto aparecerá una diferenciación entre las células que formarán el embrión (lo que hemos llamado embrión preimplantado) y las destinadas a formar la placenta. En esta nueva fase, el ser humano se llama blastocisto, y anidará en la pared del útero de su madre. Después se irán diferenciando sus órganos, unos antes que otros, durante todo el período embrionario, al tiempo que la placenta se desarrolla por completo. El embrión se llamará entonces feto, y continuará su crecimiento mientras se produce la maduración funcional de sus órganos hasta que, en un momento dado, nacerá y se llamará neonato, recién nacido. Y este proceso único, que se ha desarrollado suavemente, sin cambios bruscos, continúa después del nacimiento, y el neonato se hace niño; el niño, adolescente; el adolescente, joven; el joven, adulto y el adulto, anciano. Todos éstos son los nombres que distinguen las etapas de la vida de un solo ser que surgió con la fecundación y que será el mismo hasta que muera, aunque su apariencia externa sea muy diferente en una u otra fase.
¿No podría entenderse que hasta que sea viable, es decir, hasta que sea capaz de subsistir fuera del vientre materno, el feto no nacido no es un ser humano, puesto que depende de su madre para existir?
No. El hecho de que en una determinada fase de su vida el feto necesite el ambiente del vientre materno para subsistir no implica que sea una parte de la madre, con quien mantiene una relación similar a la del astronauta con su nave: si saliese de ella moriría, pero no por estar dentro forma parte de la nave.
Por otra parte, lo que se llama la viabilidad (es decir, la probabilidad de que el feto siga viviendo en el exterior tras un embarazo cesado prematuramente) es mayor a medida que la gravidez está más avanzada, pero es muy difícil determinarla en el tiempo, pues el que el bebe pueda seguir viviendo depende en gran parte de factores externos: tipo de parto, atenciones médicas que reciba el niño, abundancia o escasez de medios y estado de la técnica en el lugar en que ocurre el nacimiento. Además, a medida que avanzan los conocimientos de la ciencia va disminuyendo la edad del embarazo en que se puede considerar viable un feto. Por eso la adquisición de la viabilidad, como el aprender a hablar o el llegar al uso de razón, son cosas que le pasan a un ser humano, pero en modo alguno momentos en que éste se convierte en humano.
Por lo demás, la capacidad de subsistir fuera del seno materno ha de ser forzosamente ajena a la determinación del inicio de la vida humana, porque un recién nacido es también absolutamente incapaz de subsistir por sí mismo sin recibir los oportunos cuidados. El nacimiento determina un cambio en el modo de recibir el oxígeno y un cambio en el modo de alimentarse, pero el resto del desarrollo continúa el curso que ya se inició en el comienzo de la vida intrauterino.
A pesar de todo, si alguien tuviese dudas de en qué momento exacto surge un nuevo ser humano, ¿qué actitud ha de adoptar?
En el supuesto de que alguien tenga dudas acerca de si en un instante concreto ya comienza a existir un nuevo ser humano o todavía no existe, debe abstenerse de interrumpir su normal desarrollo o de darle tratos indignos del hombre, pues ante esta duda debe prevalecer la posibilidad de que sí estemos ante un ser humano; al igual que, en caso de duda sobre si un hombre está ya muerto o todavía no, se exige que se le respete como ser humano vivo hasta que haya certeza de su muerte. Que esto es así se puede apreciar muy vivamente en los casos dramáticos de hundimiento de edificios o de mineros atrapados en un derrumbamiento: los trabajos de desescombro y de rescate prosiguen mientras no haya completa certeza de que no queda nadie vivo, y jamás se suspenden sólo porque se suponga meramente probable que hayan muerto todos.
¿En qué momentos de su vida intrauterina va desarrollando el feto sus distintos órganos y funciones?
A las dos semanas se inicia el desarrollo del sistema nervioso.
A las tres semanas de vida empieza a diferenciarse el cerebro, aparecen esbozos de lo que serán las piernas y los brazos y el corazón inicia sus latidos.
A las cuatro semanas ya empiezan a formarse los ojos.
A las seis semanas la cabeza tiene su forma casi definitiva, el cerebro está muy desarrollado, comienzan a formarse manos y pies, y muy pronto aparecerán las huellas dactilares, las que tendrá toda su vida.
A las ocho semanas el estómago comienza la secreción gástrica; aparecen las uñas.
A las nueve semanas se perfecciona el funcionamiento del sistema nervioso: reacciona a los estímulos y detecta sabores, pues se ha comprobado que si se endulza el líquido amniótico ingiere más, mientras que si se sala o se acidula, lo rechaza.
A las once semanas ya se chupa el dedo, lo que puede verse perfectamente en una ecografía.
La mayor parte de los órganos están completamente formados al final de la duodécima semana, y casi todos ellos funcionarán ya en la segunda mitad de la vida intrauterina. Pero hay cambios que no se producirán más que después de nacer: como por ejemplo los primeros dientes aparecen seis meses después del nacimiento.
Entonces, ¿con qué fundamento defienden algunos que el feto forma parte del cuerpo de la madre, y que es ella la única que puede decidir sobre el destino del hijo?
Quienes así argumentan no tienen ningún fundamento en absoluto. La realidad demuestra categóricamente que el feto es un ser por completo distinto de su madre, que se desarrolla y reacciona por su cuenta, aunque la dependencia de su madre sea muy intensa, dependencia que, por cierto, continúa mucho tiempo después del nacimiento. Ni siquiera forman parte del cuerpo de la madre la placenta, el cordón umbilical o el líquido amniótico, sino que estos órganos los ha generado el hijo desde su etapa de cigoto porque le son necesarios para sus primeras fases de desarrollo, y los abandona al nacer, de modo semejante a como, varios años después del nacimiento, abandona los dientes de leche cuando ya no le son útiles para seguir creciendo. Por tanto, pretender que el hijo forma parte del cuerpo de la madre no es, en el mejor de los casos, más que una muestra de absoluta ignorancia.